
Por Nicolás Deino, Director Ejecutivo para la Industria Financiera de Accenture Chile.
Los activos digitales, que comenzaron con las criptomonedas y han evolucionado rápidamente para incluir formas tokenizadas de dinero e instrumentos financieros, han estado con nosotros durante más de una década. Al principio, existían en los márgenes de los sistemas financieros establecidos, pero a medida que el mundo se fue acostumbrando a ellos y evolucionaron para incluir monedas digitales de los bancos centrales (CBDCs) y stablecoins, esto cambió. Su estabilidad y utilidad permitieron una apreciación genuina de los beneficios que la tecnología subyacente ofrece: eficiencia, accesibilidad, transparencia, seguridad y disponibilidad continua.
Se ha avanzado tanto que ya no estamos a los famosos “tres a cinco años” de que los activos digitales se conviertan en mainstream. Las stablecoins y los depósitos tokenizados demostraron un valor real en casos de uso relacionados con pagos. La industria está cerca del punto de inflexión y de que los instrumentos financieros tokenizados se multipliquen en los mercados financieros, proporcionando el mismo conjunto de beneficios para valores, capital privado, deuda privada y activos alternativos.
Los activos digitales de hoy existen principalmente en islas de liquidez aisladas entre sí por una variedad de barreras: técnicas, regulatorias, de reputación y la falta de masa crítica, entre otras. Estas barreras están debilitándose rápidamente a medida que los gobiernos suavizan su resistencia o aumentan su apoyo a los activos digitales; también a medida que las empresas de renombre en la industria respaldan los nuevos activos y se establecen marcos e infraestructuras habilitantes.
Mirando hacia el futuro, veremos un aumento significativo en la banca y mercados de capitales que ofrecen una gama de productos y servicios de activos digitales, especialmente en custodia, pagos, trading y gestión de patrimonio.
Es un momento histórico para los bancos. La reconfiguración del sistema financiero global permitirá una amplia gama de ofertas de activos digitales, creando una multitud de oportunidades. Los depósitos tokenizados y, potencialmente, las stablecoins que generan intereses son solo dos ejemplos.
Pero aún queda mucho trabajo por hacer para aprovechar este potencial. Las empresas deben determinar cómo los activos digitales pueden funcionar para sus contrapartes. Esto comienza con la incorporación de los bancos comerciales al ecosistema; la identificación de los componentes clave para la integración; el desarrollo de un flujo de trabajo de procesos comerciales fluido; la adaptación de los equipos y plataformas, el establecimiento de un marco de riesgo y cumplimiento, entre otros.
Aunque diferentes jurisdicciones en todo el mundo tomarán diferentes caminos, hay una gran necesidad de colaboración público-privada y de interconexión global, ya que hay un límite a lo que los bancos y las firmas de mercados de capitales pueden hacer por sí solos. Los reguladores tienen un papel vital que desempeñar, la interconexión global necesaria para los flujos transfronterizos requiere una alta cooperación internacional, y las empresas privadas necesitarán operar en competencia armoniosa con las monedas digitales de los bancos centrales.
Aún hay mucho escepticismo sobre el potencial de los activos digitales para transformar nuestro panorama financiero, pero tengan en cuenta esto: en 2024, las transferencias de stablecoins superaron el volumen de transacciones combinado de Visa y Mastercard en un 7.68%. Por lo tanto, este es el momento para que los bancos capturen el valor de los activos digitales.
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