El avance tecnológico reciente ha permitido la digitalización de servicios y productos financieros, generando que los usuarios accedan a ellos a través de herramientas como sus teléfonos móviles, tabletas o computadores. Esto ha permitido mejoras en la facilidad de uso, seguridad, y la reducción de los costos transaccionales asumidos por los usuarios, frente a los servicios financieros tradicionales.
Según estimaciones de Americas Market Intelligence, la población bancarizada en América Latina creció un 24% desde el inicio de la pandemia, y de acuerdo con un reporte de la Banca de las Oportunidades y la Superintendencia Financiera, al cierre de 2020 en el país, el 87,8% de los adultos colombianos tenían, al menos, un producto financiero.
Este crecimiento se traslada a la digitalización del sector, la cual se ha ido transformando a la misma velocidad. Según cifras de la Superintendencia Financiera, internet dominó las operaciones del sistema financiero colombiano durante 2021, pues entre la telefonía móvil y las plataformas web acaparó 78 % de los movimientos. Y según la consultora EY Parthenon, el uso de plataformas y canales de banca digital aumentó 59 % en el país durante el 2021.
La banca digital continúa su evolución a pasos agigantados. Cada día, una mayor cantidad de empresas y de clientes son usuarios de la banca electrónica, realizando transacciones por internet o pagos a través de dispositivos móviles. Esta adaptación de los modelos de negocio y la explotación de canales digitales pretende aprovechar todas las ventajas de las tecnologías, pero este proceso tiene como contrapartida la aparición de nuevos riesgos que se deben prevenir, allí es cuando toma protagonismo lo que se conoce como ciberseguridad.
La seguridad bancaria y la protección de la información ahora son más relevantes que nunca, los cambios de consumo en servicios digitales han implicado que las entidades financieras deban ser pioneras en la adopción de medidas para asegurar la protección de sus usuarios, realizando importantes inversiones en infraestructura tecnológica de seguridad y en el mejoramiento en sus procesos. Con un aliado adecuado como AMD, estas entidades pueden implementar tecnologías emergentes que les permitan reducir los riesgos de ciberseguridad y fraude asociados a un ecosistema financiero cada vez más vulnerable.
Por ejemplo, la línea de procesadores AMD Ryzen PRO brinda un enfoque de seguridad multicapa con defensa en profundidad desde el hardware, que permite cifrar y proteger los datos confidenciales de la memoria sin necesidad de software adicional. Así mismo, ofrece una capacidad de administración que simplifica la implementación de las tecnologías y permite un rendimiento óptimo para cargas de trabajo exigentes. Además, los procesadores AMD incluyen un hardware que protege el dispositivo contra vulnerabilidades de firmware, resguarda el sistema operativo de ataques e impide el acceso no autorizado a dispositivos y datos con controles de autenticación avanzados.
La evolución tecnológica ha traído nuevos riesgos y amenazas y, por lo tanto, grandes desafíos para las áreas de seguridad. La banca es uno de los sectores más relevantes para los usuarios y la comunidad, y al no estar exenta de enfrentar los desafíos que presenta el entorno empresarial actual, es imprescindible que cuente con los mejores sistemas en cuanto a blindaje y confiabilidad.
Por: Mónica Casas, líder regional del Segmento Comercial para Sudamérica de Habla Hispana de AMD
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