Es innegable que estamos en una era retadora a múltiples niveles, y para los administradores de las redes empresariales no podía ser de otra forma. Las circunstancias que nos trajo la necesidad de acelerar nuestra transformación digital y habilitar los esquemas laborales hacia la nueva modalidad de trabajo híbrido llevaron a las áreas de TI a rediseñar la infraestructura tecnológica hacia entornos cada vez más distribuidos, a través de múltiples nubes, considerando innovaciones que meses antes se visualizaban para implementarse mucho más adelante, todo esto con el fin de continuar en el camino de optimizar la experiencia de empleados y clientes. Para los encargados de mantener la operación y gestionar la infraestructura, esto significa, por supuesto, más complejidad.
Los departamentos de TI requieren hacer convivir LANs, WLANs, VPNs, SD-WANs y otras redes de forma transparente para los usuarios de negocio; monitorear y protegerlo todo, desde la infraestructura central hasta el borde de la red y más allá; las políticas y procedimientos también deben adecuarse a la creciente movilidad y la demanda de soportar operaciones en entornos 7x24 (dada la globalización), adicionalmente a la presión de que una toma de decisiones en tiempo real es cada vez más crítica para las empresas.
A esto hay que añadir que las cosas no harán sino complicarse cada vez más. Por citar tan sólo un escenario, según Statista[1] se espera que para 2025 habrá en el mundo más de 40,000 millones de dispositivos conectados (30,900 IoT, y 10,300 no IoT). Es momento de “subir el nivel” de la infraestructura de gestión y monitoreo de las redes: es preciso que sea inteligente, como las redes mismas, y actualmente falta mucho para llegar a ello: de acuerdo con Gartner[2], las organizaciones más grandes usan hasta 30 herramientas de monitoreo diferentes, y las empresas pequeñas, entre 3 y 10. Es crucial reducirlas para eliminar los silos y optimizar la visibilidad, porque si algún usuario –que puede estar conectado por cable, por la Wi-Fi, desde casa u otro sitio– tiene un problema, será muy difícil detectarlo si la gestión está dispersa. Ahora bien, ¿por dónde empezar?
Toda organización de TI interesada en conformar una arquitectura de red del futuro debe pensar en estas características:
- Gestión de redes desde la nube. Una solución nativa de nube se traduce en agilidad para el negocio, ya que toda nueva funcionalidad está disponible de forma inmediata y el despliegue se hace de forma centralizada. Además, no hace falta instalar, gestionar o parchar manualmente los sistemas.
- Machine Learning integrado, basado en IA. Con esta capacidad, los administradores de red podrán detectar problemas antes de que ocurran, contar con recomendaciones de mejora y automatizar tareas, de forma que la continuidad de la operación y del negocio no se vean afectadas.
- Infraestructura unificada. La productividad de TI, y por ende la experiencia de los usuarios, mejora cuando se tiene una gestión unificada, ya que ésta permite tener una visibilidad extremo a extremo, sumamente útil para responder a eventualidades con mayor rapidez, e incluso adelantarse a los problemas.
- Seguridad embebida. Es vital que la solución seleccionada integre seguridad con la posibilidad de tener políticas centralizadas y automatizadas, aplicables a los diferentes entornos y variedad de dispositivos, basadas en roles para contar con control de perfiles y permisos en la red.
- Flexibilidad en el consumo. Si la opción se corona con un modelo de consumo como servicio, se tiene la solución perfecta, pues de esta forma los costos no son un problema, los presupuestos son más predecibles y la infraestructura va creciendo y adaptándose conforme lo requiere el negocio.
En Aruba tenemos claro que cuando las empresas mejoran la gestión de su compleja infraestructura de redes con una herramienta que tiene estos 5 elementos, está ayudando al negocio a diferenciarse de su competencia y a destacar en su industria, pues los usuarios de negocio no detienen su productividad (sin importar dónde estén o desde qué dispositivo y red se estén conectando), mientras que el área de TI puede continuar enfocándose en la innovación continua al no pasar gran parte de su jornada tratando de identificar y diagnosticar los problemas de la red (según Gartner, esta actividad puede ocupar hasta el 70% del tiempo de los equipos de TI actualmente).
Nuestra propuesta para apoyar a las organizaciones a contar con una óptima gestión de sus redes es Aruba Central, solución nativa en nube que cubre los 5 puntos mencionados arriba, destacando su enfoque en brindar una visibilidad sumamente granular (es decir, incluso a nivel del comportamiento de los dispositivos), lo que incrementa la seguridad al permitir segmentar los roles de forma más eficiente.
Aruba Central forma parte de nuestra plataforma de Servicios en el Borde o ESP, que se compone de 4 pilares: 1) Conectar, consistente en unificar la infraestructura de redes para lograr una gestión extremo a extremo; 2) Proteger, basado en conceptos de Arquitectura Zero Trust, el objetivo es asegurar a través del control de acceso, visibilidad y monitoreo continuos; 3) Analizar y actuar, que es aplicar el sexto sentido mediante una capa de inteligencia artificial con base en el concepto AIOPS, y 4) Acelerar, referente a la aceleración de la transformación hacia las redes del futuro aplicando flexibilidad en el consumo con modelos as-a-service y otras herramientas financieras.
La meta, al final del día, es que la infraestructura de redes facilite al negocio operar de manera más ágil, detectando problemas potenciales a tiempo y brindando a los usuarios la opción de conectarse a múltiples plataformas y con una gran diversidad de dispositivos, mientras les ofrece altos niveles de seguridad, a través de una mayor visibilidad y control, cubriendo desde el borde hasta la nube, para reducir la posibilidad de vulnerabilidades o fallas. En otras palabras, esto significa una mejor experiencia de conectividad y ventajas competitivas para la empresa.
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