La preocupación por la salud y la seguridad ha llevado a los consumidores a eliminar el contacto físico durante las transacciones comerciales, y al parecer, casi dos tercios de las personas han probado nuevos métodos de pago en los últimos meses, buscando alternativas a los tradicionales como el efectivo y los cheques.
La tecnología ha sido el principal catalizador y ha permitido que los usuarios se sientan más tranquilos, evitando el contacto con objetos que han pasado de mano en mano. A ello se le suma una prioridad por su seguridad, la eficiencia y la reducción en los tiempos de espera.
Esto no solo resulta en un beneficio para los consumidores, sino también para las pequeñas, medianas y grandes empresas que han logrado eliminar las barreras de espacio, optimizar el tiempo en sus tiendas y pueden llevar un mejor control de las operaciones y los egresos.
Ahora, los usuarios pueden elegir entre una amplia variedad de opciones como cajeros automáticos sin contacto, monederos electrónicos, pagos QR y tarjetas de pago biométricas, provocando una alta exigencia para que se eleve el monto límites de desembolso en estas modalidades.
Como si fuera poco, ha aumentado el número de transacciones por teléfono móvil. Según un informe de Statista, hay más de 450 millones de usuarios de teléfonos celulares: los pagos móviles se han convertido en una de las piedras angulares del comercio electrónico en América Latina y el Caribe. En concreto, solo en 2020, el valor de transacciones de este tipo superó los 38.000 millones de dólares estadounidenses en la región y se prevé que rebase los 100.000 millones en 2025.
Además de ofrecer una forma conveniente de pagar, el móvil también ofrece una mayor seguridad. Por ejemplo, la autenticación biométrica, como la huella dactilar o el reconocimiento facial, se utilizan para verificar la identidad del usuario, lo que aumenta la seguridad y reduce el riesgo de fraude. Igualmente, las billeteras electrónicas ofrecen una forma conveniente de almacenar la información de los pagos y las tarjetas en el dispositivo móvil del usuario.
Por su parte, las tarjetas biométricas contienen un sensor de huellas dactilares integrado que proporciona una autenticación conveniente y adicional cuando se realiza un pago. Los datos de la huella dactilar captados por el sensor biométrico se comparan de forma segura y local con los datos de referencia en el chip de la tarjeta y no se guardan en los servidores del banco o los comerciantes.
Gracias a la velocidad de la evolución tecnológica y a las transformaciones de los hábitos de los consumidores, con seguridad seguiremos viendo cambios en los hábitos de pago con más opciones, mayor seguridad y eficiencia que están permitiendo transformar el mundo de los negocios tanto para los usuarios como para las compañías.
Autor Jose Rabello - Sales Manager Servicios de Banca y Pagos en Thales
Nuestras noticias también son publicadas a través de nuestra cuenta en Twitter @ITNEWSLAT y en la aplicación SQUID |