Por Pablo Porro, Director General de Western Union en México y Centroamérica.
Durante el primer semestre de 2021, México registró ingresos de 23,618.3 millones de dólares en remesas, lo que representa un aumento del 22.4% en comparación con el mismo período del año anterior y el mayor crecimiento para el mismo período desde 2006, así informó el Banco de México (BANXICO).
Estas remesas son una fuente importante de financiamiento para muchas economías, hogares y familias en México. Se estima, que el 45,9% de las mujeres que envían remesas lo hacen para cubrir gastos de salud como atención médica, medicinas, análisis de laboratorio, hospitalización, entre otros. Los hombres, por su parte, destinan sólo un 31,3% a estas necesidades, cifras que permitirían pensar que los hogares receptores de remesas han aumentado su gasto en salud a raíz de la crisis de salud por la pandemia del Covid-19.
En México, la mayor parte del uso de las remesas son para uso inmediato, y el porcentaje que se destina al ahorro o inversión en el mediano y largo plazo es justo o mínimo. Mi experiencia me permite asegurar que los principales factores que limitan este tipo de inversión son la baja o nula educación financiera de familias y personas, el déficit de acceso a los servicios bancarios y el desconocimiento de productos y soluciones especializadas en el mercado.
Si bien es cierto que es importante promover una cultura más sólida de inversión en remesas, las personas, antes de hacerlo, deben ser asesoradas con profundidad, y revisar las opciones que ofrecen los gobiernos, bancos y otras entidades financieras dentro de sus carteras de servicios y productos.
Hoy, por ejemplo, existen soluciones de inversión adecuadas para todo tipo de ingresos económicos y niveles de experiencia. Certificados de tesorería (CETES), Certificados de Depósito a Plazo (CDP), fondos de inversión de bajo riesgo y carteras conservadoras son algunas soluciones que generan un crecimiento moderado.
Aun así, las agencias financieras y gubernamentales deben construir mejores estrategias y soluciones enfocadas en los sectores más bajos de la población, con la intención de brindar ecosistemas adecuados para la inversión sostenida de remesas y entendiendo que estos montos económicos podrían convertirse en nuevas fuentes de ingreso a través de emprendimientos. Las familias mexicanas, por su parte, deben perder el miedo a invertir y tener mayor confianza en las instituciones crediticias y financieras.
El dinero obtenido por las remesas puede ser el impulso económico que necesitan las familias para desarrollar un negocio y generar más recursos para el hogar. Por ello, estudiar la apertura de nuevos mercados entre remitentes de remesas, ayudarlos a realizar cambios duraderos en la forma de administrar su dinero e incorporar estrategias de educación financiera para establecer metas concretas de ahorro es vital. No olvidemos: Ahorrar e invertir un porcentaje de las remesas puede mejorar la calidad de vida de miles de personas, así como la de sus familias.
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