Por David Hernández, Sales Director Regional Accounts Dell Technologies para Colombia y Ecuador
En el último año, la conectividad se ha convertido en el centro de atención. Impulsó nuestra resiliencia y aceleró la adopción digital, a la vez que brindó servicios y recursos necesarios para las personas durante el periodo más desafiante de la historia reciente. Ahora que miramos hacia un futuro híbrido, invertir en conectividad resultará fundamental para dar fuerza al impulso ganado y acelerar el ritmo del progreso a medida que nos “reconstruimos mejor”.
La conectividad se considera cada vez más como un derecho humano; el acceso a Internet mejora nuestro derecho a la salud, la educación, la libertad de reunión y la libertad de expresión[1].
El 2020 ha demostrado que el acceso a Internet logra más que solo “mejorar” los derechos: se trata de garantizar nuestros derechos “básicos”. Y para aprovechar las posibilidades de un futuro mejor conectado, es esencial que la infraestructura digital que posibilitó los turnos en hospitales, el aprendizaje educativo y las finanzas personales para muchos, sea accesible para todos. La tecnología ya ha demostrado su capacidad para resolver algunos de los mayores desafíos de la sociedad y, a medida que buscamos lograr una recuperación económica ambiciosa y equitativa, es imperativo que continuemos por este camino y concretemos su enorme potencial.
En el centro de nuestro progreso reciente en la esfera digital se encuentra la banda ancha, que ha servido de base para la infraestructura digital inteligente actual y ha respaldado el desarrollo de muchos avances en conectividad, incluyendo los sistemas de transporte inteligentes que ahora operan con tecnologías inalámbricas. Sin embargo, mientras que el 80% de los ciudadanos de las economías avanzadas tienen acceso a la banda ancha, este es el caso de apenas el 35% de la población de los países en vías de desarrollo.
Con una disparidad significativa en la accesibilidad entre las áreas rurales y urbanas que persiste hasta el día de hoy, el surgimiento de la tecnología 5G brinda muchas de las respuestas a la cuestión de la conectividad global y equitativa.
Esta tecnología podría respaldar el acceso de los residentes rurales a los servicios de telemedicina, controlar los sistemas de riego eficientes para mejorar la gestión del agua e, incluso, revolucionar el enfoque de los equipos de primera respuesta en situaciones de emergencia. Mediante la realidad aumentada compatible con 5G, podemos hacer realidad nuevas dimensiones en la visualización 3D, admitir plataformas con tecnología de blockchain para el control de identidad y llevar vehículos autónomos a personas en todo el mundo[2].
Mantenerse al día con la conectividad es clave
En el período anterior a 2020, la conectividad ya estaba transformando la forma en que trabajábamos, vivíamos y jugábamos. A medida que los confinamientos comenzaron a extenderse en todo el mundo, nuestra dependencia intensificada en las tecnologías de conexión quedó en evidencia. Todo, desde la atención de la salud hasta las actividades sociales y el comercio minorista, experimentó migraciones digitales sin precedentes en un intento por mantener y continuar la vida “normal”.
A pesar de un año desafiante para el panorama minorista, eMarketer estima que las ventas de comercio electrónico minorista en todo el mundo crecieron un 27,6%, lo que asciende a un total de $4.280 billones en 2020[3]. En el caso de Colombia, se evidenció que los negocios pudieron permanecer activos a nivel económico gracias al e-commerce y por medio de tiendas virtuales. A raíz de esto, la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE) de Colombia informó que se espera un crecimiento de un 16%, como mínimo, en las ventas nacionales por e-commerce durante el 2021. Cifras como estas demuestran el valor de las transformaciones digitales, que se aceleraron rápidamente y sentaron las bases para una recuperación innovadora e interconectada a largo plazo.
Mientras miramos hacia un futuro híbrido, garantizar que nuestra sociedad sea más equitativa, con la tecnología como ecualizador e impulsor de oportunidades, es clave. A medida que dependemos cada vez más de la conectividad para los servicios diarios, la necesidad de un acceso de gran alcance a Internet, los dispositivos y la alfabetización digital se hacen más imperativos en toda la sociedad.
En Colombia, la apuesta está centrada en disminuir la brecha digital que existe entre las zonas urbanas y las zonas rurales del país. Según el Ministerio de las TIC, la meta del Estado es garantizar la conectividad a internet del 70% de la población para agosto de 2022[4], cifra que actualmente se encuentra en 51,9%. Sin embargo, durante el año de la pandemia, Colombia logró aumentar el acceso a internet en el país pues mientras que a finales de 2019 habían cerca de 7 millones de puntos de acceso fijo a internet, para septiembre del año pasado la cifra ya se ubicaba en 7,6 millones, lo que representa 15 accesos por cada 100 habitantes[5].
Mejor conectados: el imperativo de las empresas
Tenemos la oportunidad de aprovechar lo que hemos aprendido hasta ahora: mantener el ritmo acelerado de la transformación digital en marcha, con proyectos de conectividad innovadores que coloquen a los ciudadanos en el centro de este avance.
Después de un año de trabajo remoto para muchos, la conectividad es sinónimo de resiliencia: para que las empresas, los proveedores de atención de la salud o las instituciones educativas mantengan los servicios, sin importar lo que pase, la conectividad no es negociable[6]. Al permitir que más personas se conecten a los flujos globales de información, comunicaciones y servicios, la infraestructura digitalizada podría agregar entre $1.5 y $2 billones más al PIB en los próximos años, lo que demuestra el valor actual de la inversión estratégica en esta área.
Al brindar una experiencia ciudadana omnicanal e invertir en proyectos de infraestructura que brindan una conectividad física y virtual mejorada, podemos mejorar positivamente los productos y servicios cotidianos e impulsar la recuperación económica. Las empresas que sienten las bases para el 5G ahora con tecnologías emergentes, como la computación de edge y el análisis de datos, obtendrán la ventaja competitiva. Estarán preparadas para aprovechar la oportunidad de personalizar eficazmente los servicios, al flexibilizarse y responder a las necesidades de los consumidores en tiempo real y sobre la base de datos.
Con la implementación de la conectividad de latencia más baja, sectores enteros se transformarán y florecerán. Las fábricas inteligentes aportarán una mayor eficiencia, las cadenas de suministro se volverán más transparentes e, incluso, el transporte de mercancías y personas evolucionará con el uso de vehículos automatizados y redes de viaje de alta velocidad. La realidad mixta se pondrá en marcha como un método viable para la capacitación remota de empleados o el aprendizaje en el aula. Mientras tanto, un sector más amplio de la sociedad tendrá la opción de trabajar desde casa con una mejor accesibilidad y un mejor equilibrio en muchas facetas de su vida cotidiana. Estas son las innovaciones de las que ya somos conscientes, pero ¿qué sucede con las que aún no se han imaginado?
Una recuperación escalable, posibilitada por la tecnología, basada en la conectividad y el uso de las innovaciones más recientes ayudará a garantizar que los avances que hemos logrado por necesidad en el último año puedan aprovecharse, lo que brindará mejores resultados en salud, aprendizaje y calidad de vida para todos. Tenemos la oportunidad de reconstruir y repensar nuestro mundo.
En el centro de cualquier gran plan, encontraremos la transformación digital, la cual debe ser sostenible para que se considere un progreso para las generaciones futuras. Y, por supuesto, para ser sostenible, también debe ser inclusiva. Esta es nuestra oportunidad de aprender y mejorar el pasado, colaborar con los mejores en su clase y poner el progreso humano en primer lugar.
[1] https://www.un.org/en/un-chronicle/case-connectivity-new-human-right
[3] https://www.emarketer.com/content/global-ecommerce-update-2021