
Para la profesora Celsa Afonso Dos Santos, mientras más temprano es el acercamiento de las niñas al mundo científico y tecnológico, más probabilidades tienen de desarrollar de adultas su vocación por estas áreas. Recalcó que, más allá de la equidad de género, también es fundamental destinar recursos suficientes para aumentar la investigación científica en el país
Hace una década, en 2015, la Organización de Naciones Unidas estableció el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el fin de promover la participación equitativa de mujeres y niñas en los campos de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés), fomentar su vocación en estas áreas y visibilizar los logros de científicas históricamente ignoradas.
Según datos de la UNESCO (2018), para el año 2050 habrá desaparecido la mitad de los empleos existentes en la actualidad y 75% de los puestos disponibles en el mercado laboral estarán relacionados con el ámbito científico-tecnológico STEM, por su capacidad de fomentar el desarrollo sostenible, la innovación, el bienestar y el crecimiento inclusivo.
Sin embargo, el interés y la presencia de las mujeres por estas carreras son bajos. La propia UNESCO reveló en un informe de 2019 que solo 35% de los estudiantes matriculados en estas áreas son del género femenino, mientras un reporte similar de 2021 indica que las graduadas en ingeniería e informática representan 28% y 40% del total, respectivamente.
La realidad de la UCAB confirma esta tendencia. Cifras de la Secretaría General de la universidad precisan que solo un tercio (31.6%) del total de alumnos de arquitectura, ingeniería y educación (mención biología y química, y mención física y matemática) son mujeres. Esto equivale a poco más de ochocientas estudiantes.
¿Por qué ocurre esto? Para la directora de la Escuela de Educación de la UCAB, Celsa Afonso Dos Santos, los factores son múltiples, entre ellos los prejuicios de género respecto a las profesiones y la falta de motivación por la ciencia en las escuelas.
«Históricamente, las carreras de ingeniería y de ciencias como física y matemática han sido asociadas con hombres, lo que ha llevado a la creencia errónea de que las mujeres son menos aptas para estas áreas. La falta de representación de mujeres puede generar la percepción de que estos campos no son para ellas. Otro factor que influye son las imágenes estereotipadas de científicos e ingenieros como personas socialmente excéntricas», comentó Afonso.
La docente, con amplia experiencia en la enseñanza de la biología, la ecología y las ciencias naturales, aseveró que estas carreras «pueden ser exigentes, pero con esfuerzo y dedicación, independientemente del género, se pueden cursar de manera exitosa. Por eso es importante desmitificar la dificultad de las carreras, mostrar las oportunidades y el impacto positivo que pueden tener y visibilizar a científicas e ingenieras como personas creativas, innovadoras y socialmente comprometidas».
Educar para la inclusión en ciencia y STEM
Según un informe de la ONU del 2020, titulado «Las mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) en Latinoamérica y el Caribe», la brecha de género en este campo se puede observar tan temprano como la educación inicial.
Además, tal diferencia está presente de diferentes formas. «Suposiciones y expectativas de padres, educadores y compañeros influyen en las decisiones de las niñas sobre los campos de interés y las áreas de estudio a perseguir para encajar», se lee en el artículo.
Para hacer frente a este problema, la directora de Educación UCAB propone comenzar los esfuerzos de inclusión desde los primeros años de escolaridad. «Hay que estimular el interés de las niñas por la ciencia desde la educación inicial. Entre más temprano comiencen los acercamientos de las niñas hacia el mundo de la ciencia, más probabilidades hay de que en el futuro sientan afinidad hacia estas áreas», afirmó.
En este sentido, la experta cree que es importante estimular la curiosidad, herramienta que se desarrolla de forma paralela con la duda y se cultiva con la práctica constante y un entorno lo suficientemente estimulante. «Tenemos que darles la oportunidad, a través de la indagación, de la búsqueda individual que tienen, de que puedan darle respuesta a los fenómenos que observan. La ciencia implica curiosidad y fomentar el pensamiento crítico es lo más importante. Ellas necesitan argumentos para discernir si algo es cierto o falso (…) El profesor que inspira es aquel que te da posibilidad de preguntar y resolver problemas, no el que da la solución», indicó.
Propuso involucrar a las chicas, desde la infancia, en juegos de roles que procuren no distinguir las profesiones entre hombre y mujer. «Si nos ponemos a ver, los juegos son tecnológicos y allí ha sido todo unisex. Eso ha permitido que no haya etiquetas: no hay juguetes para niñas o varones y es una ventaja», ejemplificó.
La docente también resaltó la necesidad de contar con la presencia femenina como modelo en las aulas de clase, porque las profesoras pueden convertirse en un impulsor para que las jóvenes se inspiren y busquen perseguir el camino científico en sus vidas; también sostiene que aprender acerca de científicas relevantes es de suma importancia. «Son testimonio y referencia para las estudiantes. Eso puede animarlas a estudiar biología, química, ciencias o tecnología en general», comentó.
Para Afonso, el Estado tiene una responsabilidad fundamental en esta materia. Recordó que la Constitución y la Ley Orgánica de Educación sostienen toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades. «El Estado tiene la obligación de formar a las jóvenes, apoyar en la dotación y actualización de laboratorios (tanto escolares como de institutos) y dotar a centros de investigación con financiamiento de proyectos», señaló la educadora, quien agregó que la sinergia entre sector público y privado es necesaria para hacer esto posible.
Mujeres e investigación: la necesidad de financiamiento
El desbalance hombre-mujer en el ámbito de la investigación es pronunciado. De acuerdo con informes recientes de la UNESCO, 33% de los investigadores a nivel mundial son damas. En la región latinoamericana y caribeña la cifra aumenta a 45%.
En Venezuela, la participación femenina en investigación científica (incluyendo ciencias naturales, ciencias sociales, humanidades, salud y tecnología) es mucho más alta, pues representa 61% del total de los profesionales dedicados a esta área (datos de 2018). En el ámbito de las ciencias naturales, tecnología e ingeniería, la cifra ronda el 53,35%.
De esa forma, el país se posiciona como uno de los 20 con mayor porcentaje de mujeres investigadoras, junto con Trinidad y Tobago (56%), Argentina (54%), Macedonia del Norte y Kazakstán (53%), Serbia (51%), Montenegro (50%), Cuba, Paraguay y Uruguay (49%), entre otros.
Pese a estos números, la profesora Celsa Afonso Dos Santos dice que todavía hay mucho por hacer, entre otras cosas aumentar la visibilización del trabajo, las investigaciones y los reconocimientos obtenidos por las mujeres en la ciencia.
Subrayó que, más allá de la equidad de género, hay que estimular la producción científica. Recordó el deber del Estado, pero también de los distintos sectores de la sociedad, de procurar los
recursos para el financiamiento de investigaciones, ya que el tema económico sigue siendo una gran limitante para el ejercicio profesional en esta área.
«En Latinoamérica hay una necesidad de proyectos científicos, pero se necesita dinero, financiamiento, patrocinio. Y nosotros como institución educativa tenemos que buscar a quienes nos puedan tender la mano y unir a nuestro capital humano y equipos para llevar adelante las investigaciones y así publicar en revistas o portales de renombre», mencionó Afonso.
Pero más allá de estas acciones, Celsa Afonso Dos Santos llamó a las mujeres a derribar muros y prejuicios, propios y ajenos, sobre su participación en el campo científico.
«En mi vida como estudiante, académica y profesional yo nunca he recibido discriminación por ser mujer. En ningún momento ha sido un impedimento ser mujer para ingresar al mundo de la ciencia. Mi crecimiento profesional no ha sido una cuestión de género, sino de la dedicación, el compromiso, los méritos (…) Yo quiero ver al país con más jóvenes empoderadas en la ciencia y la tecnología«, enfatizó.
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