Este año, la pregunta de qué tendencias iban a imponerse se resolvió de manera colectiva, más que en ningún otro momento en la historia. Y es que si lo que enfrentamos en la pandemia pudiera calificarse de alguna manera desde la industria tecnológica, el adjetivo sería probablemente “necesario”, pues este contexto turbulento no solo nos puso a prueba como humanidad, sino que evidenció el verdadero estado de la adopción tecnológica y la digitalización. Y como consecuencia aceleró las inversiones que venían rezagadas.
De eso se trató el 2021, de solidificar los sistemas para continuar produciendo con modelos de trabajo híbridos que demandaron aceleración en las transformaciones digitales en frentes como la ciberseguridad, la reinvención de las experiencias digitales y el trabajo remoto, aspectos que eran de interés colectivo. Visto en perspectiva, los presupuestos de TI crecieron y a su vez se enfocaron en apalancar desarrollos absolutamente necesarios. En unos meses vivimos lo que de otra forma hubiera tomado años, y que difícilmente hubiéramos presenciado sin una coyuntura como la que nos confinó y nos sacó de la normalidad.
Con las fuerzas de trabajo remoto, las empresas comenzaron a explorar y adoptar con mayor conciencia las soluciones escalables y la operación en nubes híbridas, solventando así la disponibilidad de servicios al tiempo que garantizaban la confidencialidad de la data. Con esto, se profundizó en las bondades de los servicios flexibles, en los que se paga por capacidades de uso y sobre los que se puede ampliar o disminuir la demanda de forma inmediata, lo que les permitió adaptarse al creciente uso de aplicaciones de la fuerza de trabajo y al alto número de dispositivos en uso, mientras los equipos de TI estaban en capacidad de asegurar la gestión, la accesibilidad y el control total.
Adicionalmente, el incremento exponencial de la data en los últimos meses significó también aumentar las capacidades de análisis y toma de decisiones a partir del flujo constante de información, un frente en el que falta mucho por hacer y que seguirá siendo un foco de trabajo para 2022.
A principios de este año, el estudio “Paradoja de los datos” desarrollado por Forrester Consulting bajo el encargo de Dell Technologies, buscó establecer cuáles eran los impedimentos para que las empresas transformaran la data en conocimientos prácticos para su negocio y se encontró que, en Colombia, 72% de las compañías están recopilando datos más rápido de lo que pueden usarlos, 54% se queja de que con el flujo de data actual no puede cumplir con los requisitos de seguridad y cumplimiento, mientras que únicamente el 21% cuenta con científicos digitales y/o desarrolladores de software en su nómina. Ahora, no es un tema de reconocer el valor, pues 79% señala que necesita más datos para desarrollar y crecer su negocio.
De ahí que sea un frente que trabajo sobre el que se seguirán extendiendo capacidadades y conocimientos utilizando tecnologías como machine learning, modelos de data como servicio, un mayor análisis de las arquitecturas de procesos y rendimientos y los usos de ambientes multi-nube, buscando priorizar la data y su uso en las distintas áreas y roles de negocio, y la innovación a partir del análisis estructurado y la democratización de la misma en las compañías.
Pero eso no es todo, de cara al futuro, y no solo para 2022 sino para lo que resta de la década, tecnologías como la inteligencia artificial, la realidad extendida (RE), las interfaces multimodales y la tecnología de libros seguirán tomando fuerza.
Con respecto a la inteligencia artificial, esta estará enfocada en ambientes colaborativos en los que, impulsados por el machine learning, las máquinas irán aumentando su conocimiento y comprensión y serán usadas por los humanos para aumentar capacidades y habilidades específicas y por tanto impactar la productividad, los flujos de trabajo y el análisis de data.
Esto también tendrá un impacto en el reclutamiento y manejo del recurso humano, fomentado el talento inclusivo, pues se estima que esa asociación entre humanos y máquinas permitirá reducir los prejuicios en ciertos procesos y, por ejemplo, fomentar la creación de equipos optimizados en referencia a sus capacidades y evaluar candidatos sin que aspectos como el género o la edad influyan.
En cuando a la realidad extendida (RE), bajo la que están cobijadas las realidad aumentada, virtual y mixta, se espera que la posibilidad cada vez más accesible de combinar los ambientes virtuales y reales se traduzca en experiencias interactivas, que devienen, por supuesto, de poner la data al servicio del negocio. Facultados en las capacidades que han sido ampliamente desarrolladas por la programación e industrias como la de videojuegos, este tipo de tecnologías habilitarán a los equipos de trabajo para interactuar, de manera tangible, con piezas de su trabajo con las que hoy no pueden hacerlo.
Todo lo anterior estará además conectado con los desarrollos que se esperan en las interfaces multimodales, y es que se buscará que no solo sigan creciendo las respuestas a estímulos táctiles, sino que cada vez más estos desarrollos se enfoquen en respuestas hápticas 3D, en reconocimiento de gestos, e incluso, se trabaje sobre sentidos como el olfato, llevando la interacción con las aplicaciones y datos al siguiente nivel.
Y finalmente, seguirán también expandiéndose las opciones en frentes como la tecnología de libros mayores distribuidos, de los que hacen parte desarrollos como blockchain, y que se enfocan en la transparencia y proyección de datos y en la capacidad de automatizar procesos como los pagos en tiempo real.
Hemos dado pasos certeros hacia la adopción tecnológica y la digitalización, pero lo importante es que no sea solo una consecuencia de la crisis, sino un foco de trabajo continúo que permita a las diferentes industrias, de manera transversal, seguir creciendo e innovando.
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