Frente a la actual discusión acerca de la reducción de la jornada laboral y el aumento del sueldo mínimo, resulta necesario entender la importancia de la productividad laboral. ¿En qué situación se encuentra Chile? Los niveles de crecimiento han sido bajos durante las últimas dos décadas, lo que afecta el desarrollo económico del país.
La explicación a esto es multifactorial: estructural, económico e institucional. Según el Banco de Desarrollo de América Latina, hay un problema transversal, donde en todos los sectores que forman la economía es posible identificar un retraso a nivel productivo, al compararnos, por supuesto, con países más desarrollados.
A lo anterior se debe agregar que existe una grave brecha de género en el trabajo, mala distribución de tareas respecto a las habilidades de los colaboradores, además de un aumento sostenido de los trabajos informales de baja productividad.
Lo cierto es que la evidencia indica que en América Latina ocurre una falta de competencia a diferencia de zonas más desarrolladas. Esto se puede atribuir a las barreras de entrada y al poder dentro del mercado que tienen las grandes corporaciones. Existe acuerdo en que éstas, muchas veces, entregan poco espacio para la participación de nuevos competidores, lo que perjudica la producción del país al no contar con la capacidad de implementar tecnologías y formas novedosas de asignar los recursos. Pero antes de implementar tecnología, y para simplificar el análisis, se debe, al menos, recordar lo obvio: la productividad laboral finalmente es el cociente entre producción laboral y una unidad de tiempo. Por tanto, la tecnología que se utilice debe estar enfocada en al menos una de estas dos variables. Hoy nos convoca la segunda.
No se trata de cuantas horas se trabajan, si no de cómo y cuánto se aprovechan. En ese marco, y considerando las competencias y exigencias del mercado, se hace fundamental tener sistemas que permitan y faciliten conseguir desde lo más sencillo, como la asistencia, hasta lograr una planificación optimizada de horarios y una elección precisa de la dotación. En la gran empresa ya existen gigantescas oportunidades de ahorro cuando se enfocan los esfuerzos en la gestión del tiempo, porque, como se dijo, es el tiempo el denominador de la productividad.
Por dar un ejemplo, a través de análisis de grandes cantidades de data para entender mejor los comportamientos de asistencia y algoritmos de IA, que son capaces de elegir de manera óptima dotaciones y horarios en función de la demanda, es posible lograr trabajar este denominador. Así, se aumenta la productividad laboral, también con 40 horas semanales. Hoy, el tiempo, la asistencia y los horarios dejaron de ser una problemática netamente operacional, ya que no solo se necesita funcionar, si no que innovar para lograr ahorros y una mayor productividad laboral se hace imprescindible si se busca ser competitivo.
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