Por Edgardo Torres Caballero, Director General Mambu Americas
La industria financiera está reconvirtiéndose, a partir de la revolución tecnológica que atraviesa a todos los sectores, gobiernos, industrias, educación, entre otras áreas. Al mismo tiempo la banca enfrenta nuevos desafíos a partir de nuevas reglas y nuevos jugadores del mundo digital que impulsan dichos cambios.
Alrededor de 2.500 millones de personas no utilizan servicios financieros formales y el 75 % de los pobres no tiene cuenta bancaria. Desde el Grupo Banco Mundial (GBM), trabajan para garantizar que las personas de todo el mundo puedan tener acceso a una cuenta de transacciones, así se conoce a la Iniciativa de Acceso Universal a Servicios Financieros para 2020 (UFA2020). El mes pasado, el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, estableció metas para brindar acceso universal a los servicios financieros a todos los adultos en edad de trabajar a más tardar en 2020
Poder tener acceso a una cuenta bancaria es un primer paso hacia una economía ordenada y transparente, con mayores oportunidades para el desarrollo del e-commerce y con beneficios para los ciudadanos. Tanto las personas físicas como las empresas necesitan tener acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades. Esto permite guardar dinero, invertir, enviar y recibir pagos. Una cuenta de transacciones también puede servir como puerta de acceso a otros servicios financieros internacionales.
La interacción con las empresas digitales como Amazon Web Services, Google, Microsoft, Facebook, y la nueva generación de usuarios “Millennials”, demandan hoy servicios digitales y ágiles como el nuevo escenario de la economía digital y para ello, se requiere socios colaborativos, como las fintechs. El uso de teléfonos móviles a nivel mundial ha promovido el desarrollo de soluciones y aplicaciones dirigidas a la modernización financiera digital.
En América Latina existen alrededor de 1.166 emprendimientos de tecnología financiera (Fintech), lo que reflejó un crecimiento del 66% desde la primera medición del año pasado, detalló el informe “Fintech en América Latina 2018: crecimiento y consolidación”, publicado en noviembre por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Finnovista. La investigación explica que actualmente dos de cada tres emprendimientos se encuentran en estados avanzados de desarrollo, y que la actividad Fintech aumentó a 18 países en el último año.
En Latinoamérica, Brasil cuenta con 380 de proyectos Fintech, consolidándose como el país número uno, seguido por México con 273, Colombia obtuvo el tercer lugar con 148, Argentina concentra 116 y Chile tiene 84, según el informe.
La industria financiera, los organismos de regulación y los Bancos Centrales de muchos países de América Latina estén revisando y promulgando una nueva legislación que contenga el nuevo escenario de la economía digital. La tecnología es la herramienta que puede hacerlo posible.
México fue el primer país en promulgar la Ley Fintech, en marzo de 2018, promoviendo a las empresas a desarrollar conjuntamente los cambios que el sector financiero demandaba. Colombia creó la figura de las SEDPES (Sociedades Especializadas en Depósitos y Pagos Electrónicos), tienen licencia bancaria y su función principal es captar y manejar cuentas de depósitos electrónicos, que a su vez sirven para realizar pagos, recargas de celulares, transferencias y pagos. En tanto varios bancos y empresas se han incorporado a este modelo, como una alternativa para atender esta necesidad de bancarizar a los usuarios que aún no han tenido acceso a la banca tradicional y a sus productos.
Por su parte, el BCRA de Argentina, autorizó el pasado abril a operar al primer banco digital el que registra a sus clientes online, desde su smartphone o cualquier dispositivo y rápidamente puede obtener su cuenta bancaria, integrándose al sistema de clientes bancarizados, pudiendo operar y realizar pagos, compras o recibir dinero rápidamente.
La innovación tecnológica puede acelerar dicho avance y acompañar a la banca en este desafío. Las empresas fintech, en su mayoría son empresas jóvenes lideradas por un management innovador y nativo digital, una generación que realiza todas sus acciones desde un dispositivo, y que han desarrollado aplicaciones y soluciones ágiles y dinámicas para atender esta necesidad de la economía digital. Las Interfaces de Programación de Aplicaciones (API) empoderan a las organizaciones, aportando la capacidad para innovar y agregar a su ecosistema nuevas características y funcionalidad como aplicaciones móviles personalizadas, es una arquitectura con un sistema modular que facilita múltiples integraciones: desde nuevas redes de pagos, canales que interactúan con los clientes o códigos personalizados para la automatización de procesos hasta servicios de procesamiento de tarjetas y otros servicios complementarios en la nube.
El uso de las Interfaces de Programación de Aplicaciones (APIs) presenta un mundo de posibilidades para las instituciones financieras ya que permiten el flujo de información entre aplicaciones y brindan a las instituciones la capacidad de acceder fácilmente a los datos de los clientes, obtener y analizar la información y crear productos innovadores personalizados en función de las necesidades regulatorias, del mercado y de los consumidores.
Hay países que están avanzando en la transformación del sector financiero, son los que han creado un entorno normativo y reglamentario propicio, y han fomentado el uso de las TICs permitiendo a las instituciones bancarias y no bancarias innovar y ampliar el acceso a servicios financieros.
Una mayor colaboración entre las Fintechs y los bancos es una unión beneficiosa para ambas partes, principalmente para los clientes del sector financiero. Las Fintechs no compiten con la banca, son aliados que ofrecen soluciones innovadoras para acompañar los cambios de la banca.